sábado, 15 de mayo de 2010

Actitud hacia los alimentos y hábitos en la comida mexica.

Una fuente muy rica para conocer las actitudes de los mexicas frente a los alimentos y todo lo relacionado con ellos son los códices. Por ejemplo, el códice Mendocino, La Tira de la Peregrinación (o códice Boturini) y el códice Florentino de Fray Bernardino de Sahagún, también conocido como Historia General de las cosas de la Nueva España.
Respecto a los alimentos, los nahuas los consumían por necesidad, es decir a diferencia de los españoles que comían hasta hartarse, los indígenas procuraban ser modestos en la comida, como se puede apreciar en el siguiente Huehuetlatolli o consejo de los viejos:

Mira que no te hartes de comida, se templado, ama y ejercita la abstinencia y ayuno; los que andan flacos y se le parecen los huevos, no desean su cuerpo y sus huesos las cosas de la carne, y si alguna vez viene este deseo, de presto pasa, como una calentura de enfermedad (Jaime Saldívar Fernández, (coord.), La cocina mexicana II, p. 6).

Asimismo, en el códice Florentino se pueden conocer las raciones adecuadas de tortilla según la edad de los individuos:
  • 3 años de edad: media tortilla de maíz.
  • 4 a 5 años: una entera.
  • 6 a 12 años: una y media.
  • A partir de los 13 años: dos enteras.
No había un lugar determinado para ingerir los alimentos. Los macehuales (gente del pueblo) comían sentados en bancos de madera, rollos de otate o bien en los petates. Los pipiltzin (señores o nobles) en cambio, usaban cajas de petate como mesas las cuales cubrían con manteles de manta blanca.
Para empujar y capturar la comida se utilizaban la tortilla y solamente dos o tres dedos, no toda la mano.
Los mexicas cuidaban ciertas normas de higiene, acostumbraban lavarse las manos y enjuagarse la boca antes y después de comer; ésta y otras costumbres se reflejan en el siguiente Huehuetlatolli:

Al principio de la comida lavarte has las manos y la boca; donde te juntasen con otros a comer no te sientes luego, mas antes tomarás el agua y la jícara para que se laven los otros y echarles has agua a manos; y después de haber comido harás lo mismo y darás agua manos a todos, y después de esto cogerás lo que se ha caído por el suelo, y barrerás el lugar de la comida, y también tú después de comer te lavarás las manos y la boca y limpiarás los dientes (Jaime Saldívar Fernández, (coord.), La cocina mexicana II, p. 6).

En cuanto a los horarios de comida, el desayuno se tomaba cerca de las diez, consistía en una ración de atole para el pueblo, para el tlatoani (gobernante) era un chocolate con miel o con chile. La comida se acostumbraba después de la jornada de trabajo, a media tarde, la de los macehuales consistía en tortillas o tamales de maíz, frijol, chile y quizá algún mamífero pequeño, batracio o insecto y agua como bebida, en los estratos más altos lo anterior se complementaba con carne de mamíferos de mayor tamaño y aves, así como gran variedad de insectos, animales acuáticos, frutas y hortalizas.
Para la cena, la población en general consumía nuevamente una ración de atole u otra bebida preparada con chía y quizá una porción de tortillas frijoles y chile, los señores consumían todo tipo de productos en la cena, carne, verduras, frutas.
La actitud en la mesa durante la comida fuerte del día era que los hombres se sentaban primero, servidos por las mujeres que guardaban silencio mientras los señores conversaban. Cuando los varones concluían, las mujeres comían y podían platicar, excepto las jóvenes solteras y los niños.
En el códice Florentino aparecen diversos consejos acerca de la comida, por ejemplo la encargada de preparar las viandas era la mujer “que sabe guisar, tiene por officio hazer tortillas llanas, y redondas... o delgadas... o con pliegues... o enrolladas con axí (chile)”. También se menciona que “dábanles de comer diversas maneras de tamales y diversas maneras de moles” (Fray Bernardino de Sahagún, Códice Florentino).
Los titici o médicos prehispánicos conocían las propiedades curativas de ciertos alimentos, utilizaban por ejemplo: el hueso molido del aguacate, la sal, la corteza o raíces de plantas, el zumo de maguey, la miel de abeja, el epazote (para provocar abortos), la zarzaparrilla (arbusto de la familia de las Liliáceas, se usa como sudorífico y depurativo), entre otros. Los españoles adoptaron esta sabiduría medicinal y la llevaron a Europa, de hecho muchos de estos conocimientos se conservan hasta nuestros días.
La religión para los mexicas era primordial, permeaba cada aspecto de la vida y la comida no fue la excepción. Al ser un pueblo agrícola, las deidades relacionadas con el cultivo eran esenciales, por ejemplo la tierra, el agua, las plantas y los alimentos importantes fueron convertidos en dioses.
Chicomecóatl era la diosa de la vegetación por lo que estaba relacionada con la fertilidad; los antiguos cronistas la nombraron “diosa de los mantenimientos” y se le conoció también como diosa del maíz, que era uno de los alimentos principales. Tenía su contraparte masculina, que era su esposo el dios del maíz Centéotl.
Lo interesante con el dios del maíz es cómo se entendía, pues la semilla de este fruto se concebía como mujer, la cual se representaba con distintas deidades según el desarrollo de la mazorca. Es así que Xilonen era la diosa de la mazorca tierna e Ilamatecuhtli o señora de la falda vieja, que era la mazorca seca, cubierta de hojas amarillas.

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