sábado, 4 de septiembre de 2010

Reseña del Festival Historias, sabores y saberes del Bicentenario.

Tal como lo prometí asistí al evento llevado a cabo por el Archivo General de la Nación. Para comenzar quisiera expresar mi sentir respecto a la organización de este tipo de festivales, puesto que me parece excelente que diversas instituciones hagan un esfuerzo por difundir la historia de forma novedosa y con otro enfoque.
Lamentablemente la logística de esta muestra fue mala. Los voluntarios que organizaban a los visitantes antes de la entrada al recinto no tenían ni idea del programa. Una vez en el interior, se repartieron los programas impresos, pero después no había personas que supieran "a ciencia cierta" qué era lo que se iba a hacer, cuándo y dónde. Varias veces pregunté, tanto por la muestra gastronómica, como por la charla y obtuve respuestas distintas. Además todos los eventos comenzaron con un retraso mínimo de 20 minutos.

Foto: María Ruiz Cervera, Mesa de la Universidad de Londres.

Primero fue la muestra gastronómica que estuvo a cargo de dos universidades que imparten la licenciatura en gastronomía, el Claustro de Sor Juana y la Universidad de Londres. Los boletos tuvieron un costo de $55 y $40 respectivamente.
Los menús fueron, del Claustro:

* Papas duquesa.
* Costillas empapeladas con salsa de elección (chile morita, chipotle, verde).
* Ensalada Leticia.
* Carlota de manzana.
* Agua de horchata.


De la Universidad de Londres:


* Chile en nogada miniatura.
* Pechuga de pollo rellena de queso con flor de calabaza, bañada de pipián verde con tequila.
* Nopales con hongos silvestres (que eran champiñones) y fritura de maíz sobre una hoja de lechuga.
*Tamal de café con ciruela.


Ambos menús estuvieron exquisitos, la elaboración de los alimentos fue muy cuidada y los ingredientes de buena calidad. Las porciones aunque parecen pequeñas, estuvieron perfectas pues se trata de una muestra gastronómica.

Lo que me gustó fue el esfuerzo del Claustro de Sor Juana, ya que no lo dejaron sólo en el menú, sino que llevaron una pancarta con información básica sobre "El Diario del Hogar", del cual sacaron tres de sus recetas, la cuarta (Ensalada Leticia) fue en parte inspirada en las preparaciones que ofrecía el diario.
Esta publicación fue un periódico de los albores del siglo XIX, el cual es considerado como uno de los recetarios más grandes de dicha centuria; fue fundado y dirigido por Filomeno Mata y se publicó durante 27 años bajo el subtítulo del “Periódico de las familias”. Surgió como medio apolítico, con el objetivo de ofrecer recetas de cocina y consejos para el hogar, posteriormente cambió el tono y sirvió como vehículo en el que Mata escribió sus críticas sobre el gobierno porfirista.

Por otro lado, sobre la charla impartida por Yuri de Gortari y Edmundo Escamilla, tengo muchas críticas que no expresaré de manera cabal en este espacio, pero si mencionaré lo esencial.
Al principio no me quedaba claro sobre qué tema iba a ser dicha plática. Pensé que estaría relacionada con los alimentos que se degustaron por la mañana pero me equivoqué.
Según los expositores, tratarían "brevemente" la historia de la gastronomía en México. Esto me pareció imposible de realizar en una hora, por lo que, para mi gusto, trataron todo y nada a la vez, daban saltos históricos impresionantes.
Creo que hubiera sido más rico elegir un tema en concreto y desarrollarlo, no querer abarcar algo tan amplio en tan poco tiempo y además para un público general.
Comenzaron con una explicación sobre la relación entre la gastronomía y la cultura, así como su conexión con otros ámbitos humanos: historia, economía, política, sociología. Esto me pareció muy adecuado.
El dilema (para mi) comenzó cuando se refirieron al "problema del mexicano", esto es, cuando "no reconocemos lo propio" y de hecho "lo sentimos menos". Este fue el hilo conductor de la charla, pues para ambos investigadores, "lo propio" y "lo mexicano", no es otra cosa más que lo prehispánico.
Consideran que los mexicanos "aportamos" al mundo más que lo que "nos trajeron" los "sucios europeos del siglo XVI". Ciertamente, yo disto de esta idea, pues creo que el intercambio cultural fue mutuo, ambas partes son igual de importantes; en el caso particular de la gastronomía fue de la misma manera, ya que no podemos entender los platillos típicos mexicanos sin la perfecta combinación de los ingredientes, herramientas y técnicas tanto americanas, como las legadas por el viejo mundo (europeos, orientales, africanos).
No se si ambos investigadores creen que el ser mexicano es sinónimo de ser prehispánico, si es así, necesitan leer más sobre historia y entender los procesos de la misma.
Además con dicho planteamiento contradicen su premisa inicial sacada del Popol Vuh, "somos lo que comemos", pues ¿qué es eso que comemos y conocemos como platillos típicos mexicanos"? preparaciones mestizas, como nosotros que somos producto de una mezcla cultural, en la que todos los factores que la conforman son esenciales.
Los autores propusieron también que la comida forma parte de LA identidad. En esto difiero un poco, pues no podemos hablar de una sola identidad, sino que nuestro país es tan diverso que está conformado por muchas y distintas identidades. Es así que, no todos los mexicanos comemos lo mismo, sino que existen platillos y gustos tan diversos dentro de nuestro territorio y que representan múltiples significados para los grupos que los preparan, consumen y conservan tras generaciones.
Como conclusión estipularon que, como mexicanos, debemos de conservar intactas las recetas que nos proporcionan identidad, que no deben modificarse los platillos originales. Esto me parece muy exagerado, debemos recordar que la cultura no es estática, sino que está en constante cambio, corresponde al contexto en el que se desarrolla, por lo que no podemos detenerlo; por ejemplo, muchos de los platillos de la gastronomía mexicana surgieron precisamente por cambios que mujeres novohispanas o decimonónicas hicieron a las recetas, pero que conservaron la esencia.
Finalmente reitero que la muestra gastronómica y la charla debieron estar ligadas, sobre todo si ambos investigadores se especializan en armar eventos de este tipo en el Castillo de Chapultepec, no hubiera estado mal que organizaran algo en conjunto, ya que la muestra quedó sólo en el comer por el comer, sin preguntarse sobre la historicidad de los platillos ofrecidos.




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